lunes, 27 de febrero de 2012

45 PELO SUELTO


Había originalmente planeado ignorar los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas –los Óscares, que les llamamos; evento que conjuga lo supuestamente mejor del cine con lo supuestamente mejor de la moda– por distintos motivos entremezclados. Primero, por juzgarlos ya un tanto irrelevantes y tirados a lo comercial; no es ningún secreto que esto ciertamente no es el Festival de Cannes (que sigue conservando su prestigio) y la inclusión de más de cinco licas en la categoría de Mejor Film responde, básicamente, a la necesidad de que más gente sintonice la premiación, por todo el dinero que eso conlleva para la televisora y para la Academia. Segundo, porque de varios años para acá (y esencialmente gracias a Harvey Weinstein, cuando dirigía Miramax) tanto las nominaciones como los premios más bien responden a las millonarias campañas publicitarias efectuadas con ese propósito. Es muy raro que se nomine a algún actor por quien la productora no ha gastado su buena plata para ponerlo en la mira de los miembros de la Academia sea con fiestas, proyecciones particulares, publicaciones en medios o vallas en lugares específicos. Tercero, porque las mugres salas de cine en Guatemala no suelen proyectar las películas nominadas, así que la opción es o no verlas o verlas en la tele y yo este año no he visto casi ninguna. Cuarto, porque hasta la alfombra roja ya no me hace tanta gracia desde que las actrices cuentan con ejércitos enteros que les seleccionan desde el color de uñas hasta el vestido “perfecto”, con tal de no salir en los bobos (aunque a veces divertidos) listados esos de las peor vestidas. La individualidad y la personalidad en cuanto a la ropa en ese foro, pasa entonces a un plano nada relevante. Pensado y dicho todo eso, de todos modos, me ganó la curiosidad y me puse a verlos. No pasó mucho tiempo para que –sin negar todo lo ya dicho– me diera cuenta que cierto halo de magia flota y persiste todavía en ese teatro que, consumismo aparte, reúne bajo un techo talento, visión y amor por el cine. Algo que llamó particularmente mi atención fue que Viola Davis, justamente nominada en la categoría de Mejor Actriz, eligiera llevar, en lugar de peluca o extensiones como casi toda mujer negra estadounidense, su pelo natural, corto y rizado. Considerando que la industria de belleza para el pelo dirigida a mujeres afroamericanas mueve alrededor de nueve mil millones de dólares anuales sólo en EUA y que se insiste en imponer a las mujeres negras el pelo liso y la piel clara como ideales de belleza, ese sencillo hecho tuvo más relevancia política que los 146 minutos que dura The Help.


NOTA DE DUELO: Deleznable que Pepsi haya logrado censurar el viernes recién pasado el programa “Espacio Intergeneracional” en Radio Nuevo Mundo para evitar que se criticara la campaña de Guatemorfosis. Por mi parte, no vuelvo a comprar producto alguno relacionado con esa embotelladora.


Esta fue mi columna semanal No. 45 para Siglo21, publicada el martes 28 de febrero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/02/28/pelo-suelto




2 comentarios:

  1. Por cierto, poco me duró el boicot...luego de escribir esta columna, el almuerzo que mandé a comprar me llegó acompañado de una Grapette que me tomé muy contento, para luego recordar que esa también es una marca de la misma embotelladora.

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  2. Es que no se puede ser tan drástico en esta vida. La flexibilidad no debe abandonarnos. Los recuerdos que evocan el color, el sabor y hasta el aroma de la grapette no tienen precio.
    (qué cursi me quedó) jajaja.

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