lunes, 6 de febrero de 2012

40 DE MODA Y PRIORIDADES TRASTOCADAS

Previo a la toma de posesión del nuevo gobierno, por algún motivo que sigo sin comprender en uno de los diarios nacionales de mayor circulación fue publicado que el 14 de enero Otto Pérez Molina vestiría un traje marca Ferragamo y Roxana Baldetti Elías usaría Chanel y Carolina Herrera. Días después, Baldetti, en una entrevista para este medio, comentó, aparte de que usa bótox para no verse enojada, que sus atuendos “no son de las marcas que se mencionaron antes ni tan grandes como dicen. Pero tampoco tan sencillas.” El asunto despertó variedad de comentarios en las redes sociales, la mayoría superando con creces, como era de esperarse, la superficialidad de la nota original. Un debate (a falta de mejor término) que me llamó la atención, sin embargo, versaba sobre el derecho que tienen ellos de ponerse lo que se les dé la gana siempre y cuando fuera con su propio dinero que hubieran comprado sus trapitos. A mí, para empezar, me parece patético que información como esa salga en la sección de “nacionales” de un medio que se considera a sí mismo respetable. ¿Por qué? Porque en realidad a nadie debería importarle qué ropa usan los gobernantes, sobre todo cuando ciertamente no estamos hablando de estrellitas de cine en el estreno de su nueva lica. Por otro lado, es definitivo que nunca sabremos de dónde salió esa ropa, porque de haber sido comprada con pisto público, jamás lo va alguien a decir. No olvidemos que en dos mil ocho la misma Baldetti se quedó sin dar pistas de cómo financió la compra de su casa de playa en Marina del Sur, para la cual habría debido destinar, en ese entonces, el cien por ciento de su salario como diputada por doce años. Es innegable que este tipo de asuntitos se ven beneficiados por esta memoria colectiva que tenemos, tan defectuosa como la de Drew Barrymore en “50 first dates”. De cualquier forma, aún si los atuendos corrieron a costa de sus propios bolsillos, ¿Cuál es el objeto de alardear sobre las marcas de la ropa? ¿Hay algo más estúpido y wannabe?¿Y no es ridículamente desconsiderado, tomando en cuenta que se trata de gobernantes de un país de tercer mundo que, encima de eso, toman el poder en condiciones financieras precarias? Nuestra obligación y derecho como ciudadanos – y lo único verdaderamente positivo que podemos hacer, en lugar de esperar que un presidente nos mejore la vida – es actuar como fiscalizadores y críticos constantes. Estas personas son empleados nuestros, no nuestros monarcas elegidos por la divinidad, con el perdón de Patricia de Arzú.
NOTA: En extremo lamentable, de varias formas, la columna del señor José J. Camacho del sábado recién pasado.


Esta fue mi columna semanal No. 40 para Siglo21, publicada el martes 24 de enero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/01/24/moda-prioridades-trastocadas

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