martes, 31 de mayo de 2011

GORDURAS Y CHAPARRENCIAS

Hace algunas semanas y a propósito de esta columna, recibí en mi correo el siguiente mensaje:“a simple vista se ve que no sabes nada de moda primer lugar baja de peso se te ven esos cachetotes de a kilo cada uno quitate esa barba que se te hace ver mas grande la carota sueter con lineas horizonales ni que fueras delgadito y para terminar ese gorrito gay te teremina de hacer mas redondo”.Y este otro:“en la foto que tiene en su artículo se ve a un tipo GORDO, CON UN SUETER BARATO, UN SOMBRERO DE MAL GUSTO, SIN MENCIONAR LOS LENTES DE TRASERO DE BOTELLA, BARBA Y VIGOTE DE VAGABUNDO ¿Cree que su imagen es agradable a la vista?”. En principio, debo aclarar que lo único que me ofendió de ambos mensajes fue su redacción y ortografía, así que no cuento esto para que algún corazón de oro me consuele. Más bien lo hago porque me llamó la atención como nosotros mismos tendemos a hacer de menos nuestra propia apariencia que, como mestizos guatemaltecos, está muy lejos de parecer nórdica o aria (y aquí me refiero sobre todo a la población ladina o latinizada, que es la que suele verse afectada por esos estereotipos). Nunca he estado en el Puerto de San José para Semana Santa, pero estoy más que seguro que el espacio dista mucho de confundirse con un desfile de Victoria´s Secret…Un amigo hace poco me preguntó qué le quedaba mejor a alguien chaparrito y su pregunta me llevó a la misma reflexión. Hay no sé cuántos programas en la tele para verse “mejor”, cualquier cantidad de consejos populares, y todos pretenden lo mismo:que los gordos se vean menos gordos, los chaparros menos chaparros, los morenos menos morenos y los murushos menos murushos;total, que todos terminen pareciéndose lo más posible a lo que globalmente se considera atractivo, apariencia que aquí, claro, nos cuesta más pisto conseguir. Porque nosotros, insisto, no somos un país de gente alta ni blanca (en realidad el 50% de nuestros niños está desnutrido, pero ese es otro tema).¿Será malo que comencemos a aceptarnos como somos en lugar de tratar de alcanzar ideales que no nos corresponden?¿Y si mejor nos ponemos lo que nos gusta y cada uno decidimos con qué nos sentimos bien y con qué no?¿Y si empezamos a pensar que un cuerpo de complexión media, pelo natural, piel morena, también son bellos? Tal vez con un autoestima más alta en esos aspectos tan básicos luego no nos dejaríamos ningunear por canchitos pistudos y otro gallo cantaría en nuestra triste historia de fincona feudal.

Nota: Esta fue mi décima columna semanal para Siglo21, publicada el martes 31 de mayo de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/05/31/gorduras-chaparrencias


lunes, 23 de mayo de 2011

LA CASA AZUL

Desde mi primera columna he tratado de resaltar la importancia de librarnos de las construcciones, de los esquemas mentales que casi siempre mamamos, que casi nunca cuestionamos y que nos impiden ser libres, incluso para con nosotros mismos. Eso, según yo, es lo primero y lo más importante para desprendernos luego de otras falsedades más complejas o al menos para poder procesarlas de forma menos perjudicial para cada uno como individuo. Es paja pensar que en este momento y en esta sociedad es factible ser totalmente independiente, pero al menos podemos tratar de hacerlo en los ámbitos en que se pueda, por más simples que estos parezcan. Nuestra apariencia personal y nuestro entorno físico son algunos de los aspectos en que esta libertad es más bien posible que imposible y por eso recomiendo empezar por allí. Saber que uno puede verse como se le ronque la gana y que el mundo no se acaba sólo porque le hagan a uno el “up&down” con cara de fuchi; saber que se puede pintar la pared del color favorito sin pensar si a las visitas les parecerá de buen o mal gusto y estar convencido de que la personalidad es un activo más valioso que la apariencia, ha sido, en mi experiencia, invaluable y, ya en este momento, indispensable. Dicho eso –y aceptando la paradoja de al mismo tiempo “ser libre” y “tener que comprar”– son poquísimos los lugares distintos a las pacas en que podemos hacernos de prendas y accesorios que suplan esta necesidad de individualismo y, definitivamente, LA CASA AZUL es una de mis tiendas favoritas para ello. Abierta desde 2008, actualmente está ubicada en la 12 calle 5-59 zona 1, en el segundo nivel de N.O.A. En LA CASA AZUL puede uno encontrar desde playeras con imágenes de personajes mexicanos de la cultura pop latina (Tin-Tan, Mauricio Garcés, Lyn May, el Chapulín Colorado, Memín), hasta cojines, espejos y esculturas. Ugo Hernández, el dueño y creador del concepto, es un tipo maravillosamente genial, genuino y siempre sonriente con quien vale la pena platicar cuando se den la vuelta por la tienda. Este jueves 26 de mayo (o sea, pasado mañana) LA CASA AZUL inaugura una expo de moda, con piezas de algunos diseñadores que también son amigos muy queridos: Ana Karen Bathen, Guayitos Figueroa, Quique Martínez Lee, Luis Carlos Quintana, Ichigo Tock y Pichi Vásquez. Participan también Pablo Estrada, Lis Girón y Mauricio Samayoa. ¡Nos vemos allí, pues!

Nota: Esta fue mi novena columna semanal para Siglo21, publicada el martes 24 de mayo de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/05/24/casa-azul




martes, 17 de mayo de 2011

LO DE HOY

Está de moda usar jeans estrechos y camisas de cuadros, todo de colores vivos. Están de moda los tacones con plataforma, sobre todo en color beige que, para sofisticarlo, ahora se llama color “nude”. Están de moda las corbatas delgadas y las camisas estrechas. Está de moda la silueta delgada, aunque sea a pura faja o spanx. Están de moda los zapatos calados tipo Oxford, incluso para mujeres. Están de moda los suéteres estilo cardigan, como de abuelito, con botones al frente, pero como las arrugas de abuelito no están de moda, está de moda el Botox. Está de moda usar anteojos sin graduación, porque aparentemente está de moda aparentar ser miope, creo yo. Está de moda usar el pelo como Justin Bieber, que es mala idea si se tiene más de veinticinco, me temo. Está de modo demostrar que uno es generoso, aunque la caridad sea eventual o se limite a tragarse una hamburguesa en un día supuestamente más feliz que todos los demás días en que se comen hamburguesas. Están de moda las botas altas. Están de moda los cinchos estrechos. Están de moda las gorras, los sombreros y los adornos en la cabeza. Está de moda amar a Guate, aunque ese supuesto amor se limite a obligarse a elegir al candidato menos-peor en las próximas elecciones o a indignarse cinco minutos en facebook porque liberaron a Portillo. Está de moda ir a la sexta, aunque no se tenga la menor idea de la oferta cultural que ofrece el Centro, mucho más amplia que tomarse una cerveza. Están de moda los tirantes (y por favor, con tirantes no se usa cincho). Está de moda mezclar estampados (tengan cuidado). Está de moda tener muchos seguidores en twitter, aunque uno no tenga en realidad nada interesante qué decir. Está de moda tener un amigo gay, aunque para cualquiera “hueco” siga siendo un insulto diario. Está de moda el encaje. Está de moda alisarle el pelo. Está de moda detestar al gobierno de turno por lo que dicen las portadas de los diarios. Está de moda Lady Gaga, lo que demuestra que las chicas feas pueden volverse estrellas del pop siempre y cuando tengan la decencia y el buen tino de maquillar su fealdad con disfraces ridículos. Está de moda Britney Spears, lo que demuestra que las canchitas lindas pueden ser estrellas de pop a pesar de engordarse, no saber cantar, no saber tocar instrumentos, no componer ni elegir sus canciones ni poder ya bailar. Al menos Paris Hilton ya no está de moda y quiero pensar que eso significa que, de algún modo, la cordura está poniéndose de moda.

Nota: Esta fue mi octava columna semanal para Siglo21, publicada el martes 17 de mayo de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/05/17/hoy




McQUEEN Y LAS PRINCESAS GUÁNABIS

Y no, no hablo de Steve McQueen –el actorazo rey del “cool”– sino de Alexander McQueen: una de esas escasas figuras del mundillo de la moda que, más allá de las decisiones corporativas y los precios exacerbados, logró demostrar, por encima de su asombrosa capacidad para diseñador, su calidad innata como innegable artista, como artista consumado. Y es que cualquiera que se tome el tiempo para explorar tan solo una de sus colecciones (las encuentran fácil en internet) podrá darse cuenta sin mayor esfuerzo o conocimiento del tema, del casi indescriptible nivel de creatividad, tanto de las piezas en sí como de su forma de presentarlas, ya sea simulando un naufragio, un juego gigante de ajedrez o un circo macabro. McQueen, definitivamente, es el responsable de la teatralidad que hoy en día es casi obligada para cualquier diseñador, por más mediocre o convencional que sea su propuesta. Supongo que pudo haber sido esa misma incomprensible vena artística la que le llevó a que, por fin, uno de sus varios intentos de suicidio lo dejara ahorcado en el clóset hace ya más de un año, quedando el mundo sin más McQueen, que, como Dalí, como Fellini, como Sábato, sólo hubo uno y más que la simple (y perfecta) ejecución de su disciplina artística, nos regaló propuesta y contenido. Por supuesto que, como los consorcios no están para dejar que algo tan nimio como la muerte les impida seguir haciendo plata, la marca Alexander McQueen continúa viva, con Sarah Burton, quien fuera el brazo derecho de Alexander, a la cabeza. Podría ser peor, supongo; quizá Burton mantenga el arte por encima del mercadeo…o no. Porque fue Burton quien aceptó diseñar y construir el vestido de boda de Kate Middleton, la plebeya cuya boda fue pagada por sus connacionales y presenciada con admiración, asombro y hasta nauseabundo cariño por otros cientos de millones de plebeyos extranjeros. Me gustaría pensar que McQueen habría o rechazado la oferta, o, al menos, envuelto a la chava en un vestido digno de Björk. Quizá así habrían sido menos las personas supuestamente independientes y trabajadoras que ese día se reprogramaron a modo Disney y suspiraron decepcionadas por estar solas o con un gordo pedorro al lado en lugar de un príncipe, que aunque feo y en esa etapa extraña de negación de la calvicie, pues es príncipe y por lo tanto humedece los sueños mundiales de baja autoestima.

IDEA: ¿Te has fijado en esa frase cariñosa o esa otra regañona que siempre usa tu mamá? Mandalas a imprimir en playeras y regaláselas a ella o usalas vos. Es una forma creativa y graciosa de decirle a tu mamá que la querés y aceptás tal como es, igual que ella a vos, aunque seas tan mal hijo, como seguro lo sos. Y lavá tus propios trastos, aunque sea de vez en cuando.

Nota: Esta fue mi séptima columna semanal para Siglo21, publicada el martes 10 de mayo de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/05/10/mcqueen-princesas-guanabis


























MARA CON ESTILO 01- CLAUDIA ARMAS

¿Quién sos? Soy una artista de la asimilación/un camaleón cínico. ¿Qué hacés? Tengo varias facetas, pero mi favorita es la de músico, hago canciones. ¿Qué edad tenés? 38 años. ¿De dónde sos? Estoy a favor de abolir las fronteras, pero te puedo decir que nací en Guatemala, pasé mi infancia en Zacapa y he rodado por muchas ciudades del mundo. Tenés un estilo de vestir notoriamente distintivo ¿Por qué para vos es mejor eso que la simpleza de, digamos, jeans, playera y tennis? También me gusta la simpleza, pero cuando la ocasión lo amerita me gusta jugar y mezclar. ¿Por qué la ropa no es necesariamente un gusto sólo superficial? Lo es. ¿Qué tan importante es la ropa en cuanto a tu percepción de los demás? Nada importante. ¿Tenés alguna inspiración para vestirte? La vida. Ciertamente no parecieras estar copiando alguna época, pero se nota que sí conocés las tendencias actuales ¿En dónde te enterás? Es más bien una intuición, procuro ponerme lo que me gusta y lo que me favorece. ¿Dónde comprás tu ropa? ¿Te gusta salir a comprar ropa? Sí me gusta comprar ropa, depende de lo que captura mi ojo, puede ser en una paca o en la más sofisticada de las tiendas. Tampoco soy una compradora obsesiva. ¿Qué pensás de la ropa de marca? Es un negocio. ¿Te importan los accesorios? ¿Cuáles preferís? Depende del traje, a veces los uso, a veces prescindo de ellos. Mis favoritos son los que yo misma hago. ¿Tenés alguna prenda favorita? ¿Cuál es? Un sobretodo rojo bordado a mano en su totalidad con pequeñas flores, lo adoro. ¿Algún ícono de estilo que te parezca digno de ser mencionado?Patty Smith. ¿Comida favorita? La que compartes con la gente que quieres y en donde ningún animal salió herido. ¿Qué pensás de la imagen física y los tipos de cuerpo que de algún modo la mayoría quiere tener? El cuerpo no es lo que somos. ¿Hay algo que odiés del mundo tradicional de la moda, ese que vemos en las revistas? Las pieles y la industria del cuero. ¿Tu estilo individual también se refleja en la decoración de tu casa? Sí, es bastante juguetón y muy ecléctico. ¿Cuál es tu lugar favorito en Guate? He recorrido casi todo el país y hay muchos lugares mágicos, pero me siento muy viva en la selva. ¿Qué le dirías a la mara para que se anime a ponerse lo que le gusta y el “qué dirán” deje de ser un elemento a considerar? Que jueguen y que no se tomen muy en serio a sí mismos. ¿Alguna idea de estilo para los que lean esta columna? Ponte lo que te favorece. Pueden escuchar la música de Claudia en: http://www.reverbnation.com/claudiaarmas

Las fotos son de Eny Roland Hernández para Siglo21.

Nota: Esta fue mi sexta columna semanal para Siglo21, publicada el martes 3 de mayo de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es

http://www.s21.com.gt/vida/2011/05/03/gente-estilo-01-claudia-armas










PATOJOS REBELDES

Pero si se los mira un policía, va a pensar que usté es marero”, me dijo una vez una señora en el puerto, un poco asqueada y un poco más asustada por mis entonces cinco tatuajes – que ahora son siete y que eventualmente serán once. “Claro”, pensé yo, “seguró el om, el principito y el dios maya del sol son tatuajes que cualquiera esperaría encontrar en un marero”. Supongo que un terror similar vivieron quienes ya eran señores para cuando los Beatles se atrevieron a volverse famosos con el pelo largo (que ni largo era), aunque esa misma rebeldía (con todo y la ternura que me da llamar así a algo tan nimio) abriera la mente de muchos que se cuestionaron, aunque sea desde ese enfoque tan básico, el concepto entonces vigente de masculinidad. De eso ya son varias décadas y, sin embargo, poco han cambiado los prejuicios sociales en este sentido, sobre todo por parte de la generación a la que le toca el turno de ser papás de los patojos rebeldes. Aunque es inevitable relacionar este gusto por los adornos corporales – incluyendo los piercings – con una moda pasajera, estoy casi seguro que adornarse con tinta o metal poco responde a querer hacerlo en función de parecer “in” o ser parte de una tendencia (aunque esos babosos nunca faltan, claro) y más revela la libertad de saberse dueño uno de su propio cuerpo. Obviamente sería ingenuo pretender que no vivimos en este mundo e ignorar que la gente que va a un banco sigue esperando que sus billetes sean contados por un patojo adecuadamente engelatinado y encorbatado, y no por uno que, dios guarde, parezca marero. El que por debajo del mostrador tenga los zapatos llenos de lodo seco, señal inequívoca del salario mínimo, eso no importa, claro, porque no se ve. Pero todo debe tener un balance, digo yo, y una cosa es que los padres opten por enojarse y otra que el Estado se sienta con derecho a discriminar y coartar la libertad de los ciudadanos en estos aspectos que no deberían ser problema para nadie. Hace poco a un amigo lo obligaron en el INTECAP a quitarse un aretito que usa en la ceja, bajo amenaza de llamar a la seguridad del edificio para que lo sacara a la fuerza. Sé que hay problemas mucho más importantes en este país, pero quizá los pequeños podamos atacarlos de una vez. ¿Y si muchos enviamos cartas al INTECAP para hacerlos reconsiderar su norma estúpida y discriminatoria? Escríbanme y les digo cómo hacer.


Nota: Esta fue mi quinta columna semanal para Siglo21, publicada el martes 26 de abril de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es

http://www.s21.com.gt/vida/2011/04/25/patojos-rebeldes

DE GASES

Amo a Hitler”, dice John Galliano borracho en el video que causó su despido de la casa Christian Dior e, irónicamente, también de la que lleva su propio nombre. “Gente como ustedes deberían estar muertos: sus madres, sus ancestros, todos malditamente matados con gas”. Todavía caliente el escándalo y como era de esperarse, no pocos de esos extraños habitantes del mundo internacional de la moda –que no se caracteriza precisamente por tener prioridades coincidentes con quienes tenemos lonja o usamos el cerebro– salió a su defensa: que si están sobredramatizando, que si el tipo es muy talentoso, que si es un complot (como si no hubiera video), que si gracias a él Dior resurgió a una etapa de oro, que si es sólo un pobre borrachito que no supo lo que decía. Según yo, ningún bolo dice algo que no haya pensando sobrio… En fin, pese al apoyo, un par de semanas después el consorcio LVMH, dueño de Dior, hizo lo que debía: lo despidió irrevocablemente. Los fashionistas (¡ah, palabrita más detestable!), claro, en estado de shock. Michael Specter, de la revista The New Yorker, lo definió bien: “El mundo de la moda posee una extraordinaria capacidad para hacerse de la vista gorda con las profundas imperfecciones de algunos, siempre que puedan cortar un vestido como Galliano o vestirlo como Kate Moss, quien, pese a actitudes que constituyen un desastroso ejemplo para miles de chicas, incluyendo problemas con drogas, es perdonada porque, bueno, en realidad es muy bonita.” Estúpido sería pretender que lo que haga Galliano o las decisiones que tome una multinacional de moda tengan repercusiones en este tercermundito nuestro, en donde sabrá dios a qué tres pelones les alcance para algo más que un perfume Dior en bazar de medio año. Lo que sí importa, creo, lo que sirve quizás de ejemplo y el motivo por el que escribí esto, es el tema de las consecuencias que forzosamente debe tener todo acto racista, los efectos de la emisión de esos estúpidos comentarios discriminatorios que muchos guatemaltecos babosos eructan a diario sin pensarlo siquiera y que suelen quedar impunes, si es que alguien les presta atención. Hablo, eso sí, de verdadero respeto a y convencimiento de la dignidad humana y no de simple corrección política; aguas con eso, que doble moral en este país ya tenemos suficiente.

IDEA: Inspirados en las alfombras de aserrín, dar un toque de color fuerte a la ropa y experimentar con combinaciones no tradicionales es una forma simple de alegrarse el día. No hay qué temer al color.

Nota: Esta fue mi cuarta columna semanal para Siglo21, publicada el martes 19 de abril de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/04/18/gases



AGRADOS

En una escena memorable de mi película favorita de Almodóvar, “Todo sobre mi madre” (1999), la Agrado, una simpática mujer transgénero – toda corazón y sin mucho cerebro, según la describe la protagonista – está parada sobre un escenario, describiendo orgullosamente cada procedimiento quirúrgico que ha moldeado su ahora cuerpo femenino. Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que soñó de sí misma, dice la Agrado. ¡Uf, preciosa frase! Y suena profunda y toda la cosa…pero ¿qué, quién o cómo determinamos qué soñar de nosotros mismos? ¿será que somos libres o inadvertidamente lo que queremos ser y cómo queremos vernos depende de lo que nos muestran las revistas, le tele, los anuncios? ¿qué tan tatuados por el consumismo tenemos el subconsciente? Desde que tengo uso de razón es imperativo que las mujeres –niñas, incluso– remuevan completamente el vello de sus piernas y axilas, por estética. ¿A quién se le habrá ocurrido? Ese paradigma, supongo, ya es casi imposible de eliminar, me atrevo a decir que en casi todo el mundo occidental. No cesa de sorprenderme cómo muchas mujeres suelen ser indescriptiblemente crueles con alguna que se atreva a salir a la calle sin pintarse o sin peinado de salón. Los colochos o cualquier otra aproximación a lo natural son prohibidos, a menos, claro, que uno sea hippie o rebelde. Ya también los hombres han entrado a los extraños mundos del planchado de pelo, el maquillaje, las cirugías cosméticas; varios afirman categóricamente que el vello axilar es antihigiénico. Ya casi no hay pubis que se escape de ser brasileñizado hasta quedar como el de alguien de ocho años. El botox y los implantes dejaron de ser chisme de estrella de cine para deformar al vecino. ¿Por qué consideramos importante gastar tiempo y dinero en eso? Ojo: no estoy diciendo que la mara no deba alisarse las greñas o rasurarse el meñique, si quiere. La cuestión es hacerlo con conciencia: porque se nos ronca la gana y no sólo por querer parecernos a modelos que se ven como se ven porque les pagan para ello y porque los retocaron digitalmente para vender un producto. Aguas. Yo, por mi parte, tengo varias partes peludas que bien que tienen sus fans.


IDEA: Los pañuelos tipo “bandana” son un excelente accesorio para la época: secan el sudor, alejan el pelo de la frente, atan una cola, protegen el cuello de quemaduras o simplemente dan una salpicada de color a la solapa o a la bolsa trasera del pantalón.

Nota: Esta fue mi tercera columna semanal para Siglo21, publicada el martes 12 de abril de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/04/11/agrados


¿LA SUPER BANDA ROUDHALES?

¿Quién será la banda a cargo de la nueva imagen de Fabiola Rodas? Dos palabras me vinieron a la mente cuando un amigo me mostró su video de “Time To Love(T2L)”: Nefasto y guánabi. Escucharla cantar en inglés es algo así como si Penélope Cruz imitara a Sofía Vergara cantando a Celine Dion. Sus atuendos, lejísimos de parecerme propositivos, me hicieron imaginar a Amanditita burlándose, sin presupuesto, de Katy Perry. Según el risible comunicado de prensa, el suyo es un estilo musical único que pasa desde la innovación en el concepto melódico hasta llegar a una tendencia de moda alocada y agresiva. Va. Su género, dice, se define como “Electrokei” (¡PLOP!) que fusiona música, positivismo, alegría y moda vanguardista. Diseccionemos esto: A juzgar por el video, la inspiración para la música pareciera limitarse al eurodance noventero tipo LaBouche o Minerva, en cuyo caso lo único novedoso sería que eso todavía le guste a alguien; y aunque por su voz privilegiada la chavita a veces recuerda a Anastacia, esa no es precisamente buena referencia musical. No sé si por positivismo pusieron tantos besos en close-up o ese graffiti cliché tipo revista chicos, pero sí hay que ser muy positivo para creer que se ve original. ¿Quizá la alegría provenga de los peinados que parecieran hechos por amigas adolescentes en una pijamada? Y bueno, la moda vanguardista no está, pese a que conté cinco atuendos que más parecen disfraces mediocres, incluyendo el de orejas de Minnie Mouse, que ya Annie Lennox usara –hace dieciséis años– con efectos menos trágicos. Y no, no me salgan con la clásica de que “no se vale criticar, que entre guatemaltecos no nos apoyamos” porque precisamente mi crítica va a esto: ¿Dónde quedó el supuesto orgullo de ser chapín que la niña cantaba en septiembre? Más allá de vestuarios, peinados y maquillajes horrendos – tanto por mal logrados como por mal conceptualizados – lo que me parece preocupante es el mensaje que se le está dando a los jóvenes que ven en ella un ejemplo a seguir ¿es mejor cantar en inglés que en español? ¿es más “cool” apellidarse Roudha que Rodas? ¿Y si uno se apellida López o Chilel? ¡Santos electrokeis, Batman: Qué malvados villanos son los Roudhales!

IDEA: Chavos, dense una vuelta por la sección de calcetines para mujer de cualquier supermercado. Los diseños y colores son muchísimo más variados y no: no van a ser menos hombres por usarlos.

Nota: Esta fue mi segunda columna semanal para Siglo21, publicada el martes 5 de abril de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/04/04/super-banda-roudhales













DESNUDARSE VISTIÉNDOSE

Nunca antes eso que llamamos MODA había estado más al alcance de todos y, a la vez, más alejado. Me explico: internet permite a cualquiera (con acceso a ella, claro), enterarse casi en tiempo real de cada pasarela en las llamadas “Semanas de la Moda” de New York, Londres, Milán o París; las revistas de moda son–con todo y sus tremendos defectos– asequibles en cualquier quiosco de centro comercial. Y, sin embargo, esas prendas que vemos en las pasarelas internacionales y en las revistas gordas en inglés o francés, siguen teniendo precios prohibitivos para quienes no resultamos ciudadanos acomodados de primer mundo. El único que no discrimina es el bombardeo de información: “así debés verte esta temporada; este cuerpo debés tener y esta ropa y estos zapatos y este peinado y estas uñas...”. Ya en Guatemala (en donde casi todo suele transformarse en símbolo de status), las tendencias recientes nos vienen de la mano de cadenas extranjeras y alguna que otra local, a precios escalonados según el consumidor. Y es de reconocer que gracias a eso, al menos en cuanto a ropa se refiere, el nivel socioeconómico de las personas parece más difuminado que antes. Sería ingenuo, entonces, negar los riesgos de la moda como herramienta voraz del consumismo, como fomento de uniformidad. Dicho eso: necesitamos ropa y ni modo... ¿por qué entonces no utilizarla como instrumento de individualismo, de autoexpresión? Precisamente, pretendo que este nuevo espacio sirva de inspiración a quienes gustan de la ropa como arte, a quienes anteponen su personalidad a la imposición de una tendencia y le dan su propia sazón. Esta columna irá dedicada a quienes no necesitan ponerse tal cual una vitrina, que aprovechan vestirse para en realidad desnudarse: para demostrar quiénes son. Y para los que quieran animarse, platicaré sobre lugares en dónde encontrar piezas originales, sobre guatemaltecos con estilo, sobre gente que se dedica a la moda y, siempre, al final, compartiré alguna idea que nos ayude a irnos descubriendo a través de lo que nos ponemos. Y es que la moda que me interesa no sirve para negar, tapar o esconder, sino para darle color y textura a eso que hace a cada quién único.

ESTA FUE MI PRIMERA COLUMNA SEMANAL PARA SIGLO21, PUBLICADA EN LA SECCIÓN DE CULTURA EL MARTES 22 DE MARZO DE 2011. ESTE ES EL LINK DIRECTO A LA PÁGINA DE SIGLO21:http://www.s21.com.gt/vida/2011/03/28/desnudarse-vistiendose