martes, 17 de mayo de 2011

AGRADOS

En una escena memorable de mi película favorita de Almodóvar, “Todo sobre mi madre” (1999), la Agrado, una simpática mujer transgénero – toda corazón y sin mucho cerebro, según la describe la protagonista – está parada sobre un escenario, describiendo orgullosamente cada procedimiento quirúrgico que ha moldeado su ahora cuerpo femenino. Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que soñó de sí misma, dice la Agrado. ¡Uf, preciosa frase! Y suena profunda y toda la cosa…pero ¿qué, quién o cómo determinamos qué soñar de nosotros mismos? ¿será que somos libres o inadvertidamente lo que queremos ser y cómo queremos vernos depende de lo que nos muestran las revistas, le tele, los anuncios? ¿qué tan tatuados por el consumismo tenemos el subconsciente? Desde que tengo uso de razón es imperativo que las mujeres –niñas, incluso– remuevan completamente el vello de sus piernas y axilas, por estética. ¿A quién se le habrá ocurrido? Ese paradigma, supongo, ya es casi imposible de eliminar, me atrevo a decir que en casi todo el mundo occidental. No cesa de sorprenderme cómo muchas mujeres suelen ser indescriptiblemente crueles con alguna que se atreva a salir a la calle sin pintarse o sin peinado de salón. Los colochos o cualquier otra aproximación a lo natural son prohibidos, a menos, claro, que uno sea hippie o rebelde. Ya también los hombres han entrado a los extraños mundos del planchado de pelo, el maquillaje, las cirugías cosméticas; varios afirman categóricamente que el vello axilar es antihigiénico. Ya casi no hay pubis que se escape de ser brasileñizado hasta quedar como el de alguien de ocho años. El botox y los implantes dejaron de ser chisme de estrella de cine para deformar al vecino. ¿Por qué consideramos importante gastar tiempo y dinero en eso? Ojo: no estoy diciendo que la mara no deba alisarse las greñas o rasurarse el meñique, si quiere. La cuestión es hacerlo con conciencia: porque se nos ronca la gana y no sólo por querer parecernos a modelos que se ven como se ven porque les pagan para ello y porque los retocaron digitalmente para vender un producto. Aguas. Yo, por mi parte, tengo varias partes peludas que bien que tienen sus fans.


IDEA: Los pañuelos tipo “bandana” son un excelente accesorio para la época: secan el sudor, alejan el pelo de la frente, atan una cola, protegen el cuello de quemaduras o simplemente dan una salpicada de color a la solapa o a la bolsa trasera del pantalón.

Nota: Esta fue mi tercera columna semanal para Siglo21, publicada el martes 12 de abril de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/04/11/agrados


1 comentario:

  1. ANTON dijo...
    Como siempre me dejas pensando, que bueno leerla antes que los demás :) sabe que siempre sigo tu blog!!

    11 DE ABRIL DE 2011 22:46
    ANTON dijo...
    por cierto soy fan de tu barba!

    11 DE ABRIL DE 2011 22:48
    Miss Trudy dijo...
    Dudo que nadie que se rasure a diario o casi a diario, hombre o mujer, lo haga por ninguna otra cosa que condicionamiento social. Quien por su propio gusto hace algo tan hueva? No somos mas que piezas en la grab maquina.

    12 DE ABRIL DE 2011 05:27
    Manu dijo...
    No me gustó porque estoy de acuerdo en todo lo que decís ;)
    Saludos!

    12 DE ABRIL DE 2011 08:12
    André dijo...
    ¡Cada vez están mejor tus columnas!

    12 DE ABRIL DE 2011 09:12
    deelajay dijo...
    pensa: por un mundo más peludo xD hoy si me hiciste reir mano

    12 DE ABRIL DE 2011 11:44
    Xime dijo...
    Pone fotos de tus partes peludas: vas a ver cómo sube el rating!
    En cuanto a aplicar tu consejo en mi vida, mi esposo es eterno fan de Chewbacca así que asumo el reto. La próxima semana te cuento.
    Soy tu fan número uno. Felicidades por tu columna! (que asumo es peluda también, o no?)

    14 DE ABRIL DE 2011 18:48

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