lunes, 25 de julio de 2011

REHAB...¿NO, NO, NO?



Su estilo fue una bocanada de aire fresco allá por 2007, cuando su fama comenzó a extenderse desde el Reino Unido hacia el resto del mundo. Nadie en mucho tiempo se había peinado con ese enorme beehive sesentero, que no se veía desde la fugaz fama de los B-52’s a principios de los noventa; nadie en un buen rato –quizá desde Lauryn Hill diez años antes, que de todos modos tampoco lo volvió su sello– se había ataviado, como ella, con atuendos casi completamente de otra época, mismos que se hacían más interesantes al contrastar con sus muchos, muchos tatuajes. Nadie, que yo recuerde, usaba zapatillas de ballet casi el cien por ciento del tiempo ni tenía ese vozarrón que, la primera vez que lo escuché, me hizo buscar inmediatamente el nombre de la cantante: Amy Winehouse. Al final, lo que la chava trajo en cuestión de moda fue inspiración, originalidad y personalidad. Tanta, que en 2008 el mismísimo Karl Lagerfeld la usó de musa para una colección completa y en 2010 Fred Perry lanzó su propia línea de ropa, con ella como [supuesta] co-diseñadora. En cuanto a estilo, Lady Gaga la ha mencionado como quien abrió la puerta a las artistas con apariencias no convencionales...puede ser, supongo. Su imagen, eso sí, no opacó su música, que también facilitó la bienvenida a otras cantantes reminiscentes de los años sesenta, como Duffy o Adele. Aunque el sonido vintage se lo debe, sobre todo, a Mark Ronson, el productor de Back to Black, su segundo álbum y el que la puso en el mapa, la tipa tenía talento y visión para la música. Pero lo que fijo sí opacó tanto su ropa como su música –y más temprano que tarde, por cierto- fueron sus pantagruélicas adicciones y su imposibilidad para combatirlas: a los 25 años, por fumar tanto crack, ya padecía enfisema y sus pulmones funcionaban sólo al 70%. De ahí, aunque el público la seguía recordando en salud, acaparó las noticias por su cuerpo esquelético, su piel notoriamente escamosa y sus ojos siempre perdidos, vagando por la calle botella en mano y con los pies sangrando, quién sabe por qué. Juzgar las adicciones es complicado, peligroso y a veces injusto, sobre todo cuando se originan de algún tipo de enfermedad mental. Yo, por ejemplo, llevo años tratando de pasar 21 días sin azúcar ni harinas blancas para eliminarlas de mi sistema y no hay modo que pueda. Y, sin embargo, en lugar de apenarme por la muerte de Winehouse, sólo me sorprendió que no ocurriera antes. Moralismos aparte (ya sabrán que la moral tradicionalista y conservadora no es mi amiga cercana) hay muchísimos otros artistas, unos menos conocidos que otros, a quienes admirar y a quienes no hay qué andarles disculpando la autodestrucción pública con argumentos falaces y romanticones sobre el talento y el aporte a la cultura pop. ¿Se murió la Winehouse? Simón. Pero no es una perdida para el mundo. Total, los discos allí están, nuevamente vendiéndose como pan caliente. Ciertamente la Winehouse no es un ejemplo, como no sea para poner sobre la mesa la charla sobre drogas, adicciones, inseguridades, temores, tratamientos y desperdicios de oportunidades que cualquiera quisiera en este mundo plagado de hambre y desgracia. Alguien con prioridades medianamente ordenadas sabrá entender que su look y su talento son secundarios y, si hablamos de legado, el único legado de esta chava es el “NO, NO, NO” que la hizo famosa, aunque suene tan chilero cuando lo canta.

Esta fue mi decimaoctava columna semanal para Siglo21, publicada el martes 25 de julio de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/07/26/rehab-no-no-no



4 comentarios:

  1. La chava tenía talento y aunque nos quedan los discos que hizo, nos perdimos de todos los que pudo haber hecho. Pero su muerte me hizo reflexionar sobre otro punto: "the tortured artists". Será cierto que son precisamente sus demonios, addiciones y debilidades lo que los hace geniales y únicos? Estoy tratando de pensar en artistas verdaderamente memorables que hayan sido "normales", sanos, sin vicios ni patologías (bueno, esas todos las tenemos pero tal vez no a los extremos). O tal vez lo que al resto de la humanidad nos atrae y fascina son aquellos individuos en los que luz y sombra se muestran a los extremos? Tal vez por que eso los hace (a ellos y a nosotros), humanos e imperfectos? O tal vez porque es más fácil aceptar que no somos extraordinarios si lo extraordinario va ligado a vicios y tragedia? En fin, no me asombró la noticia, pero si lamento que se haya perdido esa voz y ese talento. Me caía bien la tipa.

    ResponderEliminar
  2. A lo que dice Anayansi sólo se me ocurre mencionar a U2, no me consta pero la apariencia es de ser al menos más sanos que la mayoría. Yo creo que nunca conocí la música de Amy pero me da pena saber que alguien con tanto talento se auto destruyera así, claro, en general es una pena que cualquiera se auto destruya, tenga o no fama.

    ResponderEliminar
  3. toda adiccion y problema mental son asuntos de SALUD, no aplaudo el ejemplo que dejo, pero si que dimensiono el talento y capacidad de crear en un mundo nublado de inseguridades,ansiedades y alucinaciones.. el crack tampoco es comparado con el azucar y la harina, y mucho menos su dificultad de abstinencia... si ella pagaba sus vicios, habitos y rehabilitaciones con producto de su trabajo tiene derecho a conducirse como mejor le parezca, obviamente a toda causa le viene un efecto que en este caso no sorprende..

    ResponderEliminar
  4. De verdad les agradezco tomarse el tiempo de leer y comentar. Regresando al aspecto de la ropa, Robin Givhan, la ex-editora de moda del Washington Post y actual crítica y corresponsal (de moda, también) de NewsWeek y Daily Beast, escribió: "What made Winehouse intoxicating was that she blended vintage style with the fashion industry’s love for destruction, for fetishizing imperfections, and for elevating broken-down beauty. Modern style dictates the need for imperfection. Take a luxury garment and wreck it in some way. Pair a fancy evening gown with bed head. Being too polished, too perfect, reads as fake. This leaves some gray areas, however: "The fashion industry has done well in helping folks see beauty in imperfections. But you can’t help wondering whether fashion also has made it more difficult for the public to distinguish between broken-down dolls and broken-down people."

    ResponderEliminar