Así fue la cosa: Un paparazzo toma una foto cualquiera de la actriz Reese Witherspoon caminando por alguna calle de Los Angeles. Alguien nota que su bolso -que aparece en varias otras imágenes y pareciera ser el “de batalla”- es un Chloé de piel de pitón. Entonces, la asociación PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) envía a Witherspoon un video narrado por su co-estrella en la lica “Walk the Line”, Joaquin Phoenix, en donde éste explica que la piel de las serpientes para accesorios de moda es obtenida mediante el cruel procedimiento de clavar la cabeza de la serpiente viva a un árbol, desollarla sin que ésta haya muerto y luego simplemente dejar allí al animal para que muera cuando muera. Reese Witherspoon agradece públicamente a PETA por instruirla sobre el tema y asegura que no usará más su bolso de aproximadamente US$4,000.00. Y vivieron felices para siempre, me imagino. Regresando a la realidad, ignoro si es verdad que ese es el procedimiento estándar vigente para obtener piel de serpiente. ¿Será posible? Por todos los dioses, espero que no. PETA no siempre es de confiar en cuanto a sus aseveraciones, que no es raro que suelan ser parciales y tendenciosas. En todo caso, el asunto me desencadenó toda una serie de pensamientos confusos. Y digo, estar confundido no siempre es malo; es más, con el mundo como es, supongo que es natural. Por un espacio de 3 años fui vegetariano. Ya no lo soy. En realidad no me causa conflicto la idea de que el destino de algunos animales sea terminar en mi panza (tal como terminarían naturalmente en la panza de otros carnívoros), aunque tampoco me hace gracia el trato que se les da cuando el asunto ya pasa a la gran escala y se vuelve más importante criarlos y engordarlos a como dé lugar, sin tomar en cuenta que cualquier animal es un ser vivo y, por tanto, tan meritorio de un trato digno como uno mismo. Claro, el asunto del trato digno entre humanos no es precisamente prioritario para mantener engrasadas las ruedas del capitalismo extremo, así que sería sobremanera ingenuo extrañarse de cómo se trata a los pollos o a las reses o a los cerdos (o, incluso, a las ratas que nos hacen pasar por pollo o cerdo en cualquier sabroso wan tan) o a lo que sea que usan para hacer salchichas...en fin. No soy un experto en el tema y, ciertamente, tampoco me quita el sueño, aunque puedo asegurar que no vivo pateando perros ni gatos ni puedo tolerar a la gente que es cruel o sádica con los animales. Me parece admirable la pasión, entrega y dedicación de algunas personas que conozco por sus mascotas, aunque la casi obsesión de algunas otras suele perturbarme. Esa pastelería para perros en un centro comercial de la zona 10, por ejemplo, me parece ofensiva considerando la desnutrición rampante que padece nuestro país. Y no digo que deje de existir ese negocio, necesariamente; es sólo que el contraste duele y no hace sino recordarme el pasaje aquel de “La Virgen de los Sicarios” (de Fernando Vallejo) en donde Alexis, el adolescente asesino que no se tienta el alma para matar gente por cualquier pendejada, llora desconsolado por un chuchito moribundo atrapado en un desagüe que, para él, valía más que el prójimo. Eso sí que me quitó el sueño.
Esta fue mi columna semanal No. 31 para Siglo21, publicada el martes 8 de noviembre de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/11/08/f-you-animal
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