

Aunque con menos frecuencia que en otros ámbitos, las garras de la moda suelen llegar también a la literatura. Desde Dan Brown y su adictivo Código Da Vinci –muchísimo más entretenido que su sorprendentemente somnífera versión fílmica, aunque no por eso más productivo– hasta nuestro propio best seller guatemalteco sobre cómo a las putas les va mejor (aunque al final nieguen ser putas, no sepan escribir ni les vaya tan bien, en realidad), hay libros que, por un motivo u otro, logran traspasar la barrera del cuasi-anonimato al que suele quedar condenado todo lo consistente en páginas llenas de letras, sin fotos ni dibujitos que minimicen el tedio de, dios guarde, leer. La mara cree, erróneamente, que cualquier lectura es buena lectura y, si deciden entrarle, usualmente prefieren entregarse a todo aquello facilón y sin mayores complicaciones, que no cuestiona y, por tanto, no “confunde”. Digo, no tiene nada de malo buscar ocasionalmente entretenimiento o autoayuda, pero cuando nos dejamos bombardear la cabeza exclusivamente de pura basura, sin saber ni aceptar que no es sino eso, mejor es ponerse a ver tele o patear pelotas. Ojo, que tampoco se trata de creerse muy salsa sólo porque le entran a Bukowski (que vaya si no conozco gente que suelta el nombre para sonar inteligente y luego sale con cada burrada...). De verdad existe literatura accesible y comprensible, que también es entretenida y que es, además, formativa. La serie de Harry Potter (y lo menciono por la coyuntura y no porque lo piense más importante que otros textos que cualquiera pensaría mas dignos de mención), me parece una honrosa excepción a la usual combinación de literatura-moda-basura. Pese a iniciar como una saga más o menos infantil y haber usado durante toda la serie, como recurso principal, clichés sobre la magia y las brujas, en realidad JK Rowling supo desarrollar una historia muy bien narrada, personajes magníficamente trabajados, historias cuidadosamente entrelazadas y, todo eso, plagado de símbolos, mitología e, incluso y por más peligroso que suene decirlo, valores. Valores correctos, eso sí. Se logra distinguir perfectamente el “bien” del “mal” sin que esos conceptos tan maltrechos se limiten a estereotipos bíblico-cristianos o personajes santurronamente perfectos o satánicamente perversos; más bien hay una buena gama de grises, como debe ser. No me queda mucho espacio, pero para seguir platicando de libros, dese una vuelta por FILGUA en el Parque de
¿Quién sos? Paula Rebeca Morales Vargas de cariño Paulita. ¿Qué hacés? Sueño, vuelo y tomo fotos. ¿Qué edad tenés? 27 primaveras. ¿De dónde sos? Del mundo. Tenés un estilo de vestir notoriamente distintivo…¿Por qué para vos es mejor eso que la simpleza de, digamos, jeans, playera y tennis? Cuando me despierto casi siempre tengo una canción en la cabeza; es como el “soundtrack” para empezar el día y la ropa acentúa lo que siento. Cómo me siento, se exterioriza: me gusta ser creativa por ahí también. Además, siempre pienso en la comodidad. ¿Por qué la ropa no es necesariamente un gusto sólo superficial? Por lo que representa, es algo que forzosamente se nos impuso como especie y lo adoptamos, algun@s, claro, como forma creativa de expresión. ¿Qué tan importante es la ropa en cuanto a tu percepción de los demás? Dice mucho de quiénes son, su creatividad, sus gustos, su manera de visualizar el mundo a través de lo que escogen ponerse. No es que lo digan todo, pero sí habla un poco sobre creatividad, personalidad, la manera de ver su mundo. Es parte de la individualidad; claro, la comodidad también habla de la creatividad a través de la vestimenta, la cultura etc. ¿Tenés alguna inspiración para vestirte? Cómo me siento, la música que escucho. Es raro: si me siento triste, uso ropa que se identifique con ese sentimiento, colores opacos, quizá; y viceversa. Ciertamente no parecieras estar copiando alguna época, pero se nota que sí conocés las tendencias actuales…¿En dónde te enterás? Realmente las "tendencias" no me importan. Me gustan ciertos estilos de épocas distintas; me gusta mezclar telas y patrones. Acudo mucho a mercados de pulgas y a pacas, donde suelo comprar ropa que modifico y vuelvo mía. Un pantalón "punk" con un güipil, aunque esto vaya en contra de muchas líneas ideológicas. Y no es que mi pensamiento se adhiera cien por ciento a un cliché ideológico; simplemente es una manera de boicotear al “mainstream” social que a diario vemos a través del “mass media”. ¿Dónde comprás tu ropa? ¿Te gusta salir a comprar ropa? En
Pueden acceder al trabajo de Paula Morales a través de www.moralespaula.com.
Esta fue mi decimoquinta columna semanal para Siglo21, publicada el martes 5 de julio de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/07/05/mara-estilo-03-paula-morales