lunes, 20 de junio de 2011

UNA VERDAD INCONVENIENTE

Personalmente, me indigna la postura (muy de extrema derecha, por cierto) de negar tan arduamente el absolutamente obvio hecho de que como humanidad hemos contribuido en buena parte al calentamiento global y, por ende, a esta desconchinflada locura de clima. El sábado una amiga me comentaba que, hace un tiempo solía, antes de ir a la cama, dejar lista su ropa para el día siguiente. No era una tarea complicada, dado que podíamos enmarcarnos, sin temor a mayores errores, dentro de las temporadas otrora tradicionales en Guatemala: en marzo había calor, entre mayo y agosto llovía y de octubre a enero había fríito sabroso, de ese que requiere suéter pero con suéter se quita. En fin, desde hace aproximadamente tres años las jacarandas florecen en enero; desde hace más puede llover a cada rato (o nunca llover); en un mismo día podemos echar una buena sudada o temblar un rato (y no al mismo tiempo por miedo, como le pasaba al Chapulín Colorado) y, en diciembre y enero, hay días en que sí se requiere andar emponchado como si estuviéramos en Xela. ¿Qué hacer con la ropa? Después de todo, en buena parte nuestro buen funcionamiento requiere sentirnos cómodos y en ello la ropa juega un papel preponderante. Pues bueno, no queda de otra que vestirse, como le llaman, “en capas”, es decir, prepararse para las variaciones de clima a las que ya no queda otra que irnos acostumbrando. Vestirse “en capas” significa elegir atuendos planeados para poder quitarse o ponerse prendas sin que se pierda el mínimo adecuado (y con adecuado me refiero a esas ciertas obligaciones sociales que casi todos inevitablemente debemos cumplir, como no llegar en pijama al trabajo, por ejemplo). En las épocas principalmente cálidas, eso implicaría una camisa, blusa o playera fresca y, encima, algún suéter no muy grueso. La cuestión es sentirse bien con o sin él. En las épocas frías se requiere una tercera capa, es decir, camisa, blusa o playera, suéter grueso o delgado, una chumpa o abrigo y, si de plano qué frío, bufanda. Para cuando llueva vale la pena tener una chumpa o abrigo impermeable (que no es igual que un abrigo para el frío) y un par de botas de hule. En las pacas se consigue casi de todo. Y bueno, aparte de esto de la ropa que resulta siendo sólo conveniencia propia, nada cuesta también informarse e involucrarse un poco en la lucha por el medio ambiente. Reciclar no es sencillo aquí, donde no existe el menor incentivo (y con eso no digo que no tratemos), pero acciones básicas como el ahorro de luz, agua, gasolina y el apoyo a empresas más verdes, no cuesta nada.

Nota: Esta fue mi decimotercia columna semanal para Siglo21, publicada el martes 21 de junio de 2011. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2011/06/21/una-verdad-inconveniente

1 comentario:

  1. No se si sea calentamiento global provocado por el hombre o fases del sol o lo que sea, lo cierto es que estamos viviendo un nuevo modo de estar preparado para cualquier cosa así que me parece muy válida tu recomendación. El fin de semana pasado tuve que salir a pasear como que andaba en el puerto, con chancletas y todo porque qué calor, y en la tarde regresé a la casa como que estaba en el puerto, mojado. Ni modo.

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