

Hace unos meses acompañé a una de mis amigas más queridas a tallarse el vestido que usaría para la ceremonia de su matrimonio civil. Ella es una mujer alta y voluptuosa, de complexión gruesa; ciertamente no una sílfide y así, tal cual es, es guapa y pegue nunca le faltó. Ese día, un familiar suyo, con supuestas buenas intenciones, le comentó que sus brazos se veían demasiado gordos y, por lo tanto, necesitaría cubrirlos...aparentemente ningún invitado debe ser condenado a soportar la visión de una novia de miembros gruesos. Por supuesto le contradije y aseguré a mi amiga que se veía hermosa. Con todo y todo, me puse a pensar ¿De dónde salieron estas ideas de que tenemos que ser tan “perfectos” como los modelos en los anuncios? ¿Será que es porque en las fotos no se les ven gorditos bajo los brazos ni arrugas en las rodillas? ¿A quién es a quien conviene vendernos estas imágenes? ¿Por qué lo permitimos? Lo curioso es que ni siquiera los modelos son tan perfectos y, encima de que muchas veces arriesgan su salud para adaptarse a la delgadez que les exige el mercado, todavía les hacen la gracia de retocarlos hasta quedar imposibles. En 2009, la compañía de moda americana Ralph Lauren se vio envuelta en un escándalo, cuando en su publicidad utilizó fotografías ridículamente retocadas de las modelosValentina Zelyaeva y Filippa Hamilton. Hamilton, por cierto, había sido despedida meses antes...por ser talla 4, considerada, por tanto, gorda. Lauren, acorralado luego de evitar tocar el tema y amenazar con demandas por utilizar sus fotos sin permiso, se disculpó públicamente, aduciendo un error de criterio. El año pasado ocurrió lo mismo con la marca Ann Taylor, quien al final terminó promoviendo que personas reales enviaran fotografías caseras modelando sus prendas. Hace dos años, la parlamentaria francesa Valérie Boyer propuso en su país una ley que obligaría a que todas las fotografías publicitarias indicaran, de ser el caso, que fueron retocadas. Según Boyer, le preocupaba que sus hijas adolescentes no sólo se vieran presionadas socialmente por ser delgadas, sino que encima su entorno estuviera cundido de imágenes transformadas digitalmente para negar cualquier rastro de imperfección. Por su parte, en el Reino Unido, un grupo de más de 40 académicos recomendó prohibir los anuncios publicitarios retocados dirigidos a menores de 16 años, aduciendo que existe correlación entre conductas no saludables en jóvenes y la exposición constante a modelos digitalmente alterados.