lunes, 12 de marzo de 2012

47 CRITICAR

"Pointed Finger" de Roy Lichtenstein (1973)

Por casi la totalidad de dos mil once estuvo de moda criticar –de la forma más ponzoñosa y burda posible y, de preferencia, evitando argumentos sustentables, aunque los hubiera– al expresidente y a su exesposa. Que si él era la antítesis de la masculinidad, que si janano, que si tibio. Que si ella era muca, shuma, cholera, guerrillera, corriente, cualquiera, maldita, bruja, perra, con peinado pasado de moda, con cara de mono, con ropa espantosa y zapatos que no combinaban. Que si el divorcio era la quintaesencia de la inmoralidad. Cualquiera que no compartiera esos insultos ad hominem (aunque buscara, en todo caso, razones verdaderamente objetivas para criticarlos) era tachado de partidario de ese régimen del mal, de antipatriota. A como son las cosas en Guatemala, el país de la eterna doble moral, un año después pareciera que la misma gente que meses atrás no se tentaba el alma para atacar ferozmente la apariencia física de esa mujer se da ahora golpes de pecho indignada, escandalizada y aterrada porque algunos nos dimos la libertad de criticar y expresar nuestro desacuerdo con una campaña publicitaria convenientemente abanderada por un cantante nacido en Guatemala. Aunque las críticas que podrían ser útiles no debieran centrarse en meros gustos musicales ni en poesía alfabeta básica, hasta donde entiendo cualquiera tiene derecho de expresar su opinión sobre lo que se le ronque su mugre gana. Ese solo hecho debe ser incuestionable. En el caso que cito, es más, las críticas no han llegado –menos mal– a la fisonomía ni a los atuendos adolescentes del cantante, bajeza que sí ocurrió con la bien llamada sandrofobia. Ah, pero es que ella era una villana y, por el contrario, el cantante es un héroe: dicotomías de mentalidad infantil; nuestra trágica hambre de satanases y de mesías, todo muy ad verecundiam. En este país se cría a los niños con la idea de que tener opinión propia es pecado, que es mejor ser parte quietecita y callada de un rebaño que, tristemente, no es tan metafórico como debiera; a diario exigen que mejor veamos sólo lo bueno, porque lo malo, ush, lo malo es muy feo y no ayuda en nada señalarlo. Aunque le huímos y despreciamos la crítica como si toda fuera igual de vacua, no dudamos en revolcarnos en ella en su forma más barata y menos útil desde la comodidad de la hipocresía. Aquí, antes de tratar de entender el argumento, la gente se ofende si alguien dice “la campaña de Pepsi persiste en la invisibilización de la verdadera causa de los problemas nacionales” pero no duda en decir “ay, mirala como está de gorda y encima se pone ese escote de peperecha” mientras viperinamente mastica su desayuno cuchubalero. Criticar (no pelar) no es tan fácil como suelen decir; ciertamente, no es tan fácil como nunca criticar. No es fácil en su origen, porque requiere bastante más seso del que nos acostumbra la sociedad a usar; no es fácil en su resultado, porque conlleva la probable ignominia de quienes otrora fueran amigos y hasta algún grado de vergüenza familiar. Pero la crítica es el único primer paso para sacarnos del hoyo porque es el solo medio que tenemos para señalar los problemas. Hasta que no estemos claros sobre cuáles son nuestros clavos, no podremos aceptarlos ni empezar a buscar conjuntamente soluciones, que no le competen solamente a un sabio todopoderoso, sino a todos. Es cuestión de irnos acostumbrado a debatir, a ver más allá del dedo que señala. Y no va a ser fácil, porque a varias generaciones les quedó tatuado el miedo de intentarlo. Y ese miedo se volvió pereza. Y henos aquí.


Esta fue mi columna semanal No. 47 para Siglo21, publicada el martes 13 de marzo de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/03/13/criticar


lunes, 5 de marzo de 2012

46 MUJERES


No, no me refiero a la canción de Ricardo Arjona, protagonista –y errado blanco, además– de la polémica de moda. Pretendo hablar, más bien, del Día Internacional de la Mujer, reconocido anualmente cada ocho de marzo. Esta celebración no ha logrado alcanzar en Guatemala el estatus popular de, digamos, el día del cariño o el de la madre, lo cual es, al mismo tiempo, malo y bueno. Malo, porque es reflejo de la invisibilidad en que se mantiene aquí el tema del perenne estatus de la mujer como ciudadano de segunda categoría, así como de la escasa importancia que los guatemaltecos le damos al asunto. Bueno, porque esta sigue siendo, por tanto, una celebración con carácter eminentemente político y no otra más “de moda”, bastardamente comercializada; los ochos de marzo una rosa regalada no debe bastar. Este 2012 la ONU ha elegido como lema para el Día Internacional de la Mujer “Habilitar a la mujer campesina – Acabar con el hambre y la pobreza”, en reconocimiento del papel fundamental de la mujer agrícola. Según ONU MUJERES, las mujeres constituyen el 43% de la mano de obra en el campo, cifra que, en ciertos lugares se eleva al 70%. La desigualdad entre los géneros y el acceso limitado al crédito, la salud y la educación son las principales dificultades que afrontan las mujeres rurales. Se calcula, por ejemplo, que el 60% de las personas con hambre crónica son mujeres y niñas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que si las mujeres tuvieran un acceso equitativo a los fertilizantes, las semillas y las herramientas, la cantidad de personas hambrientas en el mundo se reduciría entre 100 y 150 millones. Cifras de miedo. En este país, sin embargo, se sigue insistiendo, sin pena ni vergüenza, en que la “Ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer” es una burrada izquierdista, por ejemplo. Cada ocho de marzo, además, se escucha y lee una sorprendentemente profusa cantidad de cutres comentarios menoscabando el reconocimiento, bajo la excusa de que no existe un Día Internacional del Hombre. ¿Que cuándo va a existir el Día Internacional del Hombre? Pues yo como hombre apoyo que exista cuando las mujeres nos dominen, nos embaracen y nos dejen solos con la carga; cuando nos prohíban hacer lo que nos plazca con el cuerpo pero nos exijan vernos bonitos a su gusto y conveniencia; cuando nos prefieran calladitos, sin alegar ni contradecir; cuando a los hombres se nos prohíba ser ministros de la religión que de todas formas nos obligan a profesar; cuando nos vean las chiches o las nalgas en lugar de escucharnos; cuando nos paguen menos por igual trabajo; cuando regresemos cansados del trabajo y aún así estemos inevitablemente forzados a preparar almuerzos, cenas y refacciones, a lavar ropa y trastos y, con todo eso encima, se nos juzgue responsables por el bienestar del hogar; que se celebre cuando las mujeres nos críen para servirlas y nos golpeen por no hacerlo como les gusta. Ese día, sí.


Esta fue mi columna semanal No. 46 para Siglo21, publicada el martes 6 de marzo de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/03/06/mujeres



lunes, 27 de febrero de 2012

45 PELO SUELTO


Había originalmente planeado ignorar los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas –los Óscares, que les llamamos; evento que conjuga lo supuestamente mejor del cine con lo supuestamente mejor de la moda– por distintos motivos entremezclados. Primero, por juzgarlos ya un tanto irrelevantes y tirados a lo comercial; no es ningún secreto que esto ciertamente no es el Festival de Cannes (que sigue conservando su prestigio) y la inclusión de más de cinco licas en la categoría de Mejor Film responde, básicamente, a la necesidad de que más gente sintonice la premiación, por todo el dinero que eso conlleva para la televisora y para la Academia. Segundo, porque de varios años para acá (y esencialmente gracias a Harvey Weinstein, cuando dirigía Miramax) tanto las nominaciones como los premios más bien responden a las millonarias campañas publicitarias efectuadas con ese propósito. Es muy raro que se nomine a algún actor por quien la productora no ha gastado su buena plata para ponerlo en la mira de los miembros de la Academia sea con fiestas, proyecciones particulares, publicaciones en medios o vallas en lugares específicos. Tercero, porque las mugres salas de cine en Guatemala no suelen proyectar las películas nominadas, así que la opción es o no verlas o verlas en la tele y yo este año no he visto casi ninguna. Cuarto, porque hasta la alfombra roja ya no me hace tanta gracia desde que las actrices cuentan con ejércitos enteros que les seleccionan desde el color de uñas hasta el vestido “perfecto”, con tal de no salir en los bobos (aunque a veces divertidos) listados esos de las peor vestidas. La individualidad y la personalidad en cuanto a la ropa en ese foro, pasa entonces a un plano nada relevante. Pensado y dicho todo eso, de todos modos, me ganó la curiosidad y me puse a verlos. No pasó mucho tiempo para que –sin negar todo lo ya dicho– me diera cuenta que cierto halo de magia flota y persiste todavía en ese teatro que, consumismo aparte, reúne bajo un techo talento, visión y amor por el cine. Algo que llamó particularmente mi atención fue que Viola Davis, justamente nominada en la categoría de Mejor Actriz, eligiera llevar, en lugar de peluca o extensiones como casi toda mujer negra estadounidense, su pelo natural, corto y rizado. Considerando que la industria de belleza para el pelo dirigida a mujeres afroamericanas mueve alrededor de nueve mil millones de dólares anuales sólo en EUA y que se insiste en imponer a las mujeres negras el pelo liso y la piel clara como ideales de belleza, ese sencillo hecho tuvo más relevancia política que los 146 minutos que dura The Help.


NOTA DE DUELO: Deleznable que Pepsi haya logrado censurar el viernes recién pasado el programa “Espacio Intergeneracional” en Radio Nuevo Mundo para evitar que se criticara la campaña de Guatemorfosis. Por mi parte, no vuelvo a comprar producto alguno relacionado con esa embotelladora.


Esta fue mi columna semanal No. 45 para Siglo21, publicada el martes 28 de febrero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/02/28/pelo-suelto




lunes, 20 de febrero de 2012

44 ESPERANDO PARA EXHALAR

No estoy seguro si alguien se acordará todavía de “Waiting to exhale”, el título de una de esas abundantes en-su-momento-muy-de-moda-pero-rápidamente-olvidables licas hollywoodenses. Esta en particular, noventera, con la actuación estelar de Whitney Houston y Angela Bassett, hacía una falseada alharaca del empoderamiento femenino, reduciendo la libertad de las mujeres a atreverse a dejar a un hombre para dedicarse empecinadamente a buscar otro; dios guarde quedar solteras. Me recordé de esa cinta –como pude pensar en cualquier otra, supongo– porque me pareció extremadamente curioso e irónico que en cuestión de pocos días a. Nuestro presidentón Pérez se pronunciara [vagamente] a favor de la despenalización de las drogas; b. El escandalizado gobierno de los Santos Estados Unidos de América de los Últimos Días le jalara las orejas casi antes de que siquiera terminara de hablar y c. La Whitney Houston culminara con la cabeza entre el agua su [mucho más largo de lo esperado] festín de alcoholes, coca y crack. En lo personal, no es que me quite el sueño el asunto, pero habría preferido que se muriera Celine Dion, cuyos gritos encuentro profundamente exasperantes; lástima que ella sí es niña buena. En fin, esas estrellitas como la Houston o Britney Spears o Paris Hilton o Nicole Ritchie o Lindsay Lohan reflejan en mucho, con todo y sus parciales y esporádicas redenciones salubres, la verdadera y muy tolerante política de los Estados Unidos con respecto a las drogas, misma que contrasta notoria y descaradamente con su persignada guerra contra ellas, de la cual Centroamérica y México terminamos convenientemente poniendo las víctimas y ellos, además de permitir que sus celebridades (las reales y las wannabes) se den la fiesta con cuanto estupefaciente se pueda, gozan también de los sabrosos réditos de la compraventa de armas que esa y toda guerra requiere. Leyendo el comunicado de la embajada de EUA dándole “pache, pache” en la manita a Otto Pérez, se me vino a la mente la imagen aquella de la genial obra de teatro “MOTA” (dirigida por Luis Carlos Pineda), en la que los gringos se alimentan, literalmente, como cerdos a costa de nosotros. Perfecta alegoría. Lo que me sigue causando retortijones de tripas ha sido la creciente ola de posturas moralinas que insisten en ver a toda droga cual obra demoníaca, como si, al menos las más comunes, no fueran exactamente la misma babosada que echarse uno o muchos tragos, sobre todo porque tenemos calles, carreteras, televisiones, redes sociales y tiendas de barrio cundidas de atractivas mujeres en bikini convenciendo a los patojos para que se pongan hasta el peine, pero solamente con roncitos y chelas. Espérense para exhalar, pues.




Esta fue mi columna semanal No. 44 para Siglo21, publicada el martes 21 de febrero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/02/21/esperando-para-exhalar





lunes, 13 de febrero de 2012

43 CUCHARADAS DE AZÚCAR

De entre las innumerables opciones de cine que se lanzan cada año son pocas las cintas que logran trascender en el gusto del público masivo y ponerse de moda. De esas, son todavía menos las que no se limitan a explosiones, diálogos monolineales o carcajadas baratas. Una de las sorpresas de taquilla del año pasado (en EUA, pues) fue The Help de Tate Taylor, un drama bastante ligero sobre la discriminación a la servidumbre en el Mississippi previo a la Ley de Derechos Civiles de 1964. The Help cuenta con un libreto relativamente aguado pero con un reparto por demás maravilloso que le da fuerza a la historia. Eso no quita que en ella el racismo se toma –siguiendo la recomendación de Mary Poppins– con bastantes cucharadas de azúcar. Roger Ebert (mi crítico favorito) acertadamente señala que es “un filme seguro sobre un tema volátil, una fábula para sentirse bien, una historia que involucra dolor pero a la que no le interesa ser demasiado dolorosa.” Sin haber leído la novela de Kathryn Stockett en que se basa la lica, la adaptación, creo, se enfoca en malvados villanos racistas, pero no nos confronta a nosotros mismos como posibles racistas. Escribo sobre The Help porque aunque [como cualquier película semidecente] ni por fregar se ha asomado a los cines locales, ya medio mundo la ha visto en su casa (pidateada, clado) y me parecen particularmente interesantes las reacciones de corazones conmovidos por el racismo gringo anti-afroamericano de los años sesenta, cuando muy pocos aquí se cuestionan el propio. Hace meses, una amiga muy querida me compartió el estatus de Facebook de una conocida suya, mujer casada en sus treintas, ex-estudiante de un colegio católico para mujeres que escribía, entre angustiada y escandalizada, que su “muchacha” le había preguntado si era posible lavar su ropa en la lavadora de la casa. La tipa pedía consejos a sus amigas sobre cómo lidiar con el asunto. Una le escribía que definitivamente no, que no podía lavarse en el mismo aparato la ropa de la familia con la de la sirvienta; otra le recomendaba que lo manejara con cuidado, porque por darle confianza la muchacha se volvería abusiva; otra, que sí (porque si no se le iba a ir) pero que le asignara un día específico en el que no se lavara ropa de la familia, para no mezclar virus, supongo. En otra ocasión, el esposo de una amiga manifestaba abiertamente su desagrado porque su hijo tuviera contacto con el corte de su nana, por lo que la obligaron a usar uniforme. Náusea aparte, no es tan poco común que en las casas de clase media y alta guatemaltecas, las personas del servicio deban mantener por aparte sus platos y cubiertos, ¿o sí? Ni es innegable que la mayoría de indígenas están destinados por su origen y circunstancias a ser peones o sirvientas ¿o sí? ¿No es irónico, entonces, que nos dé tristeza una lica como The Help cuando día a día estamos rodeados de una realidad más trágica que es actual y que sí es nuestra?






Esta fue mi columna semanal No. 43 para Siglo21, publicada el martes 14 de febrero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/02/14/cucharadas-azucar







lunes, 6 de febrero de 2012

42 GUATE¿MORFOSIS?

En Guatemala estamos acostumbrados a que todo se quede en las puras intenciones y por eso nos gusta pensar que las solas intenciones son suficientes. En lugar de combatir el machismo o los estereotipos obsoletos de lo que debe ser una “buena esposa”, para luchar contra la violencia intrafamiliar a los guatemaltecos les gusta bailar al ritmo de Olga Tañón o formar corazones en la cima de un volcán. Para no gastar tiempo en preocuparse por las causas reales de la falta de educación, nutrición y salubridad en los niños, la mara se siente casi santa comiéndose una hamburguesa o regalando algunos quetzales para ver en vivo a artistas de Televisa. Y ay de aquél que ose cuestionar esta pseudo-vocación colectiva de madre Teresa, porque se la verá, mínimo, tachado de “resentido” y probablemente hasta sujeto a la ignominia y al escarnio de esta sociedad rebuznante que seguramente no tiene ni “ignominia” ni “escarnio” en su vocabulario. Mientras tanto, todo sigue perennemente igual. En fin, en estos días en que está de moda Ricardo Arjona, noble y súbito orgullo nacional, me surge esta nueva ráfaga de necesidad de decirle a la gente que no sea mula. Dudo yo que Ricardo Arjona sea la persona ideal para hablarnos tan dulcemente de la delicia de las tortillas o de no fallarle a Guatemala. Por supuesto sé que quizá dice cosas que suena bonito escuchar…pero ¿De él? ¿En serio? ¿Alguien supo de Arjona en las elecciones recién pasadas, pues? ¿Habrá votado? ¿Se pronunció públicamente en algún momento a favor de algún candidato o sobre la ola de violencia que se vive aquí o sobre cualquiera de los otros problemas que no cesan? ¿Cuándo fue su último concierto en Guatemala? ¿Qué hará por sus fans que no pueden pagar los Q200 de la entrada más barata? Y a ver: a mí no me gusta la música repetitiva de Arjona y menos sus letras todas llenas de rimas, paradojas y oxímoros indignos hasta de Capulina, pero eso es otro tema. Esto que critico se enfoca en esa maña que tenemos de dejarnos calar por campañas publicitarias superficiales y vacías –y en este caso, de una gaseosa, ni más ni menos – como la terrible canción aquella de “Orgulloso de ser chapín” que perversamente (porque no es ingenuamente) limita la experiencia de esta difícil guatemalidad a ladinos, marimbas, tamales y volcanes. Arjona hizo bien en irse a encontrar el éxito a otra parte y buena onda que le vaya bien haciendo lo que le gusta. Quizá su intención sea noble, pero ya dije lo que pienso de las meras intenciones. A nosotros nos toca pensar y cuestionarlo todo. Si lo hiciéramos, ciertamente ésta no sería la misma porquería; yo cantaría un rap y esta columna no existiría.

Esta fue mi columna semanal No. 42 para Siglo21, publicada el martes 7 de febrero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/02/07/guate-morfosis







41 CIRCUITO MODA GUATEMALA

Porque el lado creativo tiene muchas formas de expresarse y la moda puede ser una más de sus expresiones, en mi búsqueda personal de gente creativa he conocido, en los últimos años, a bastantes personas interesadas en desarrollar un mercado real de moda en Guatemala. Conozco a diseñadores, estilistas (¿o cómo se traduciría “stylist”?) y costureros, algunos más talentosos que otros, algunos más preparados que otros, algunos con más suerte que otros. Todos, eso sí, al igual que el sector de artistas visuales “emergentes”, se han dado cuenta de que trabajar juntos (al menos por el lado de la promoción) es más fácil que abrirse camino en soledad y, dado eso, se formó el “Circuito Moda Guatemala” que a finales de dos mil once realizó una semana de desfiles de moda, algunos retrospectivos, algunos otros promocionando nuevas colecciones. Aplaudo eso y aplaudo a mis amigos que participaron. De momento, algo que considero negativo llamó mi atención y creo importante expresarlo: El Circuito Moda Guatemala está por llevar a cabo una selección de modelos para participar en la próxima ronda de desfiles en la que, según entiendo, se presentarán colecciones de ropa para la temporada fría de fin de año. ¿Los requisitos para las modelos mujeres? Medir más de 1.65 metros sin tacones y usar tallas de cero a dos. En lo personal, aunque habrá más de alguna, no me siento rodeado de mujeres con estas características y, definitivamente, no es aventurado asegurar que la mujer promedio guatemalteca no se ve precisamente así. Como he comentado en varias otras columnas, el mundillo internacional de la moda, por algún motivo que sigo sin entender, se ha encargado de promover estereotipos de belleza irreales, incluso para mujeres de países del primer mundo. Ropa que casi sólo pueden costearse mujeres en sus treintas es promocionada, inexplicablemente, por niñas de menos de diecisiete, por lo general más escuálidas que las chicas normales de su edad. Aquí en Guatemala apenas estamos comenzando en esto y se tiene la oportunidad de no caer en errores como ese. ¿Vale la pena imitarlos? ¿Quiénes van a ser sus clientas, en realidad? ¿Sólo amazonas tipo la Bundchen? ¿O es que sólo las mujeres altas y flacas son hermosas? ¿Y si mejor empezamos a fomentar el autoestima de las mujeres guatemaltecas tal como son? Ojo, que no estoy planteando soluciones o respuestas. Quizá yo no las tenga. Lo que sí tengo, son preguntas; y creo que todos debemos tenerlas y, más importante que eso, hacerlas. Pero “porque así lo hacen los demás” no es respuesta. Yo así, no apoyo.


Esta fue mi columna semanal No. 41 para Siglo21, publicada el martes 31 de enero de 2012. El texto publicado en la edición impresa difiere del acá transcrito, por edición del personal del diario. El enlace para el sitio web de Siglo21 es http://www.s21.com.gt/vida/2012/01/31/circuito-moda-guatemala